hace varios años que mi made dejó de soñar,
hoy aguarda la vejez como un último trámite.
se resiste.
esa mujer que muchas mañanas
lavó y secó sus pies que más tarde
alguna vez, bailaron con ella,
se sienta todos los días frente a su estufa
a mirar el baile victorioso del aceite salpicando.
y para atender mis llamadas,
cada vez menos frecuentes,
apenas puede levantarse
por el peso de tanta múscia muerta en sus piernas.
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