viernes, 30 de noviembre de 2012

lo admito


He sentido la distinción cultural, la de los arraigos, intuyo inevitables en los nacidos antes del 85.
Los que les siguen, sí podrían ser ciudadanos planetarios. Nosotros lo intentamos, pero jamás será de fondo. Nunca podremos olvidar lo que nos une como raza, como país, como pueblo. Como lo dice Ms Dresser
“…Los huevos rancheros y los chilaquiles con pollo. El mole negro de Oaxaca. Los libros de Elena Poniatowska. Los tacos al pastor con salsa y cilantro. El humor de Carlos  Monsiváis. El mar en Punta Mita. La poesía de Efraín Huerta. El Espacio Escultórico al amanecer. Cualquier Zócalo cualquier domingo.  La forma en que los mexicanos se besan y se saludan y se dicen "buenas tardes" al subirse al camión. Las fiestas ruidosas los sábados por la tarde. Los amigos que siempre tienen tiempo para tomarse un tequila. Los picos coloridos de las piñatas. Las buganvilias y  los alcatraces y los magueyes. Las fotografías de  Graciela Iturbide. Los mangos con chile parados en un palo de madera. Las comidas largas y las palmeras frondosas. Cada persona tendrá su propia lista, su propio pedazo del país colgado del corazón. Una lista larga, rica, colorida, voluptuosa, fragante. Una lista que debe comenzar con las palabras de la chef Marta Ortiz Chapa: "Siempre me gustó ser mexicana".

"el templo mayor del desayuno mexicano"

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