He sentido la distinción cultural, la de los arraigos,
intuyo inevitables en los nacidos antes del 85.
Los que les siguen, sí podrían ser ciudadanos planetarios.
Nosotros lo intentamos, pero jamás será de fondo. Nunca podremos olvidar lo que
nos une como raza, como país, como pueblo. Como lo dice Ms Dresser
“…Los huevos rancheros y los chilaquiles con pollo.
El mole negro de Oaxaca. Los libros de Elena Poniatowska. Los tacos al pastor
con salsa y cilantro. El humor de Carlos
Monsiváis. El mar en Punta Mita. La poesía de Efraín Huerta. El Espacio
Escultórico al amanecer. Cualquier Zócalo cualquier domingo. La forma en que los mexicanos se besan y se
saludan y se dicen "buenas tardes" al subirse al camión. Las fiestas
ruidosas los sábados por la tarde. Los amigos que siempre tienen tiempo para
tomarse un tequila. Los picos coloridos de las piñatas. Las buganvilias y los alcatraces y los magueyes. Las
fotografías de Graciela Iturbide. Los
mangos con chile parados en un palo de madera. Las comidas largas y las
palmeras frondosas. Cada persona tendrá su propia lista, su propio pedazo del
país colgado del corazón. Una lista larga, rica, colorida, voluptuosa,
fragante. Una lista que debe comenzar con las palabras de la chef Marta Ortiz
Chapa: "Siempre me gustó ser
mexicana".
"el templo mayor del desayuno mexicano"
No hay comentarios:
Publicar un comentario